Carta a mi mujer

Ya sé: vayamos a Roma. Vayamos a Islandia. A Islandia. Alcanzo a llegar a Helsinki para el desfile del 1 de mayo. Estas son las últimas palabras que te escribo desde Irlanda, estoy sentado en un pub en Dún Laoghaire, bebo ginebra, espero subir al barco. Por la tarde dormí una hora. Mañana estaré en un estado lamentable. La estupenda chaqueta que compramos juntos ya no se ve tan estupenda, y tiene incluso un agujero en la manga.

Soy feliz. Nunca he amado a nadie tanto como a ti. Estoy harto de estar aquí, de la mañana a la noche en los pubs o en las calles, y las únicas personas inteligentes a las que uno encuentra son cadetes de Zambia. ¿Ha salido de esto una carta, un ensayo, una novela o un panfleto? Escritura rúnica.

Fui a una cafetería. Ahora estoy en un pub cerca de la estación de Tara Street, voy a observar los trenes, es muy deprimente, la gente, toda es igual de pobre, el tiempo asqueroso, y el tal Michael no llamó aunque lo prometió. Esto es normal, no tengo un lugar de trabajo permanente, pero trabajo permanente tengo, escribo, es mi trabajo, si es que escribir es trabajo. Escribo demasiado deprisa. El libro estará listo antes de que alcance a ocurrir algo determinante.

Bebo ginebra. Eché tres cartas al buzón, no sé si en todas hay un mensaje dentro. Si recibes un sobre vacío, es mío. Ahora estoy borracho. No puedo inclinarme hacia delante o me caeré. Ahora es por la mañana. Vuelvo a estar sobrio. Ayer por la noche estuve en el bar un rato más después de meter el cuaderno en el bolsillo.

yo te extraño, tu coño que explosiona al abrirse cual paracaídas, flotamos en el aire, el viento nos mece, nos aferramos el uno al otro, aterrizamos con suavidad y nos quedamos dormidos sobre el césped.

Quisiera escribir Utopia, pero mi imaginación no basta, antes tenía imaginación, pero ha quedado suprimida, como durante tanto tiempo mi vida ha sido tan triste… El mundo ha sido construido según los bocetos realizados por algún enfermo mental, se puede contemplar y uno puede extrañarse de él, pero no se puede cambiar nada.

La lengua surge de una palabra que se reproduce dividiéndose. Al principio era la palabra. Al final hay muchas palabras, tantas que en el mundo no cabe nada más que palabras.

Ahora cuento el dinero. Noventa libras. Si uso cinco libras al día, a la semana hacen treinta y cinco y, hasta que me envíes más, habré gastado setenta u ochenta libras, la habitación cuesta ocho libras a la semana, el dinero no me alcanza. Tienes que conseguirlo en algún sitio, aunque sea te envío el cuaderno sobre Londres, tal vez sea una completa mierda, pero en Finlandia la mierda se vende, por lo menos la mía, hoy me pregunté con sorpresa cuando la olí por qué la mierda huele distinto cada día, aunque todos los días como lo mismo y bebo lo mismo.

Melancolía eterna, estados depresivos de los cuales no me libera otra cosa que no sea el alcohol, no puedo remediarlo, ni tú puedes ayudarme en eso, por mucho que me quieras, intentes hacerme feliz y decorar el hogar convirtiéndolo en un lugar acogedor.

Los incas, que tomaban al Sol por Dios, eran más sabios: Dios no creó el Sol, el Sol creó a Dios. No hace falta que reflexionemos sobre la extinción del Sol: cuando la vida cese en este reino solar, cesará. Ninguno de nosotros estará para comprobarlo. ¿Qué me importaría a mí todo esto? ¿Qué me importaría a mí la vida eterna o la muerte eterna? Solamente hay que tratar de vivir día a día, trabajar, ese es el significado de la vida.