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Luis Antonio Espino

López Obrador: el poder del discurso populista

  • Adal Cortezcompartió una citahace 15 días
    En 2018, el escritor Gabriel Zaid enlistó en un artículo los insultos que López Obrador usa con mayor frecuencia en sus discursos, lista que ha sido actualizada por otros autores y por quien esto escribe:
    Achichincle, alcahuete, aprendiz de carterista, arrogante, blanquito, borolas, caca, calumniador, callaron como momias, camajanes, canallín, chachalaca, chayotero, cínico, cómplice, conservador, corruptos, corruptazo, deshonesto, desvergonzado, doblecara, espurio, fantoche, farsante, fichita, fifí, fracaso, fresa, gacetillero vendido, hablantín, hampones, hipócritas, huachicolero, ingratos, intolerante, junior, ladrón, lambiscones, machuchón, mafioso, mafiosillo, maiceado, majadero, malandrín, malandro, maleante, malhechor, mañoso, mapachada de angora, matraquero, me da risa, megacorrupto, mequetrefe, miente como respira, mentirosillo, minoría rapaz, mirona profesional, monarca de moronga azul, mugre, ñoño, obnubilado, oportunista, paleros, pandilla de rufianes, parte del bandidaje, pasquín inmundo, payaso de las cachetadas, pelele, pequeño faraón acomplejado, perversos, pillo, piltrafa moral, pirrurris, politiquero demagogo, ponzoñoso, pregonero, prensa vendida, ratero, reaccionario de abolengo, represor, reverendo ladrón, riquín, risa postiza, rufián, sabelotodo, salinista, señoritingo, sepulcro blanqueado, simulador, siniestro, tapadera, tecnócratas neoporfiristas, ternurita, títere, torpe, traficante de influencias, traidorzuelo, vulgar, zopilote.21
  • Adal Cortezcompartió una citahace 15 días
    La guerra es la paz. La libertad es la esclavitud. La ignorancia es la fuerza.
    lema del gobierno totalitario en la novela 1984, de george orwell
  • Adal Cortezcompartió una citahace 15 días
    El lenguaje dicta mis emociones y gobierna mi espíritu por completo en la medida en la que me abandono de modo incuestionable e inconscien­te a él.
    victor klemperer
  • Adal Cortezcompartió una citahace 15 días
    Carlos Illades, un intelectual de izquierda al que no se puede acusar de defensor de la tecnocracia, lo ha explicado con enorme claridad, cuando afirma que las huestes de AMLO “no estaban preparadas para gobernar” ya que “su inexperiencia y falta de credenciales técnicas son notorias, más en las áreas estratégicas que requieren personal altamente calificado”. Illades afirma que “sin élites suficientes para el recambio, una suerte de irrupción plebeya marcó el arranque [del gobierno de López Obrador]”.71
    Esto es parcialmente cierto, pues no todos los nombramientos de AMLO han sido de leales sin credenciales técnicas. En puestos clave hay funcionarios que, en teoría, deberían ser repudiados por López Obrador, pues sirvieron en gobiernos an­teriores y/o tienen posgrados en el exterior. Pero él los ha incorporado a su equipo y los ha empoderado en la medida en la que han demostrado ser subordinados obedientes, leales políti­camente y útiles a sus intereses. El ejemplo extremo es Hugo López-Gatell, encargado de la respuesta a la pandemia y vocero de salud. En el papel, este funcionario parece un científicotecnócrata puro y duro educado en excelentes escuelas del extranjero, pero en realidad se ha revelado como un propagandista con bata, que ha adoptado la retórica demagógica del presidente y la ha llevado a niveles abyectos, causando un daño enorme a la sociedad.
  • Adal Cortezcompartió una citahace 15 días
    Mientras ese AMLO pragmático ofrecía a las televisoras la “zanahoria” de dinero público y del acceso al poder, el AMLO populista no duda en usar el “garrote” contra los medios cuando lo critican. Su discurso está cargado de argumentos ad hominem para deslegitimarlos ante la sociedad. “Chayoteros”, “hipócritas”, “prensa vendida”, y “amarillistas” son solo algunos de los ca­lificativos cargados de desprecio que ha usado para eludir el cuestionamiento de la prensa. Por ejemplo, en abril de 2019, uno de los “periodistas digitales” abiertamente favorable al presidente le hizo esta pregunta: “¿Qué opinión le merece, presi­dente, o qué sabor de boca le deja que reporteros vengan a increparle y que acallen [sic] la violencia que existe en el país a cambio de publicidad?”
    La respuesta del presidente fue todo un catálogo de recursos retóricos populistas contra los medios que vale la pena diseccionar. Primero, usó una falacia ad populum, al afirmar que estar contra él es estar en contra del “pueblo” y creerlo “tonto”:
    Miren, lo mejor es la libertad, el que nos podamos manifestar. Yo le tengo mucha confianza a los ciudadanos, creo en el pueblo, creo en la sensatez de los mexicanos, siempre he dicho que el verdadero cambio se ha dado porque ya cambió la mentalidad del pueblo. […] Que nos pongan tanto a los ciudadanos como a las autoridades, a los medios en nuestro lugar para que todos aprendamos a respetar al pueblo, no pensar que el pueblo es menor de edad o que el pueblo es tonto. Tonto es el que piensa que el pueblo es tonto.

    Y después, la amenaza ad baculum –afirmar tener la razón porque se tiene el poder–. Si los medios insisten en decir que AMLO no tiene la razón, habrá consecuencias negativas:
    El otro día vi a un columnista diciendo que los que venían aquí no eran buenos periodistas, que Jorge Ramos sí era muy buen periodista. No. Yo pienso, con todo respeto discrepo, creo que ustedes no solo son buenos periodistas, son prudentes porque aquí los están viendo, y si ustedes se pasan, pues, ya saben lo que sucede. Entonces, pero no soy yo, es la gente; no es conmigo, es con los ciudadanos, que ya no son ciudadanos imaginarios.
  • Adal Cortezcompartió una citahace 15 días
    Hace muchos años, AMLO y la sociedad civil parecían llevarse bien. Así hablaba en su discurso de toma de protesta como jefe de Gobierno de la Ciudad de México en el 2000:
    [Nuestra] estrategia de corresponsabilidad tiene como otro eje fundamental el impulso a las organizaciones de la sociedad civil. También con ellas queremos compartir el poder y las responsabilidades.
    Las organizaciones civiles tienen novedosas formas de trabajo, de obtención de recursos, compromisos y vocación de servicio. Las organizaciones civiles serán respetadas y llegaremos a acuerdos para la realización de proyectos específicos en materia de salud, educación, cultura, combate de adicciones, atención de discapacitados, enfermos terminales, adultos mayores, jóvenes, niños y niñas de la calle, así como otros programas de beneficio social.22
    Dieciocho años más tarde, en su tercera campaña presidencial, opinaba algo muy distinto:
    Le tengo mucha desconfianza a todo lo que llaman sociedad civil o iniciativas independientes. El problema es que han simulado demasiado con lo de la sociedad civil, es como lo de las candidaturas independientes, que son independientes del pueblo, no de la mafia del poder.23

    La desconfianza del candidato se volvió animadversión del presidente, pues para él, la sociedad civil dejó de ser “pueblo” para convertirse en otra cosa:
    [La sociedad civil] antes era pueblo, nada más que ya se apropiaron de la sociedad civil. Yo no conozco gente de la sociedad civil de izquierda. Por lo general, todas las empresas promueven ahora organismos de la llamada sociedad civil independientes, que son independientes, pero del pueblo. […] Todo lo que es sociedad civil tiene que ver con el conservadurismo.24

    El castigo de AMLO a esa sociedad civil colonizada por intereses “conservadores” ha consistido en romper, no solo los puentes de respeto, colaboración y diálogo, sino también cerrar por completo la llave del presupuesto a todas las organizaciones, sin distingos. Como con la desaparición de programas de gobierno, aquí también todo se justifica solamente invocando la existencia generalizada de corrupción, sin que el presidente ni sus funcionarios aporten evidencia que sostenga sus dichos:
    El dinero del presupuesto ya no se va a transferir a ninguna organización campesina, de construcción de vivienda, de filantropía, de fomento a la cultura, al arte, a la ciencia. No, ya todo va a ser administrado por el gobierno, para eso es el gobierno, porque había la mala costumbre de que del presupuesto… se transferían fondos a organizaciones sociales y no había transparencia.
  • Adal Cortezcompartió una citahace 15 días
    De este modo, el gobierno de un país del tamaño y complejidad de México ha quedado supeditado a la voluntad, ideas, prejuicios y rencores de una sola persona, una que se cree absolutamente capaz de escribir, sola y de su puño y letra, el Plan Nacional de Desarrollo. De acuerdo con la Ley Federal de Planeación, ese documento debe ser producto de un proceso de varios meses de estudios técnicos, análisis a fondo de políticas públicas y consultas a la sociedad. Para AMLO, que el entonces secretario de Hacienda obedeciera la ley y presentara un documento técnico fue inaceptable:
    Tuvimos [con Urzúa] entre otras discrepancias el Plan Nacional de Desarrollo, hubieron dos versiones y el plan que quedó fue el que yo aprobé, el que incluso escribí, porque la otra versión [de la Secretaría de Hacienda] era continuismo, era seguir con lo neoliberal y eso no. [Urzúa] me presenta un plan de desarrollo, lo veo y desde mi punto de vista no reflejaba el cambio, era como si lo hubiera hecho Carstens o Meade.20
  • Adal Cortezcompartió una citahace 15 días
    El 9 de julio de 2019, el entonces secretario de Hacienda y Crédito Público, Carlos Urzúa, entregó por escrito al presidente López Obrador su renuncia al cargo. El texto decía en su parte central que:
    En esta administración se han tomado decisiones de política pública sin el suficiente sustento. Estoy convencido de que toda política económica debe realizarse con base en evidencia, cuidando los diversos efectos que esta pueda tener y libre de todo extremismo, sea este de derecha o izquierda. Sin embargo, durante mi gestión las convicciones anteriores no encontraron eco. Aunado a ello, me resultó inaceptable la imposición de funcionarios que no tienen conocimiento de la Hacienda Pública. […] Por los motivos anteriores me veo orillado a renunciar a mi cargo.3
  • Adal Cortezcompartió una citahace 15 días
    Yo tengo otros datos
    Y no salgas con que
    Los especialistas gobiernan mejor
    Cuando los miras bien
    Son gente arrogante y alejada de las mayorías
    A pesar de que
    Muchas ciencias dominan
    No lograron nada positivo para el país
    Y es mentira que
    Los expertos saben más
    Esto no es así porque
    El verdadero conocimiento está
    En la sabiduría del pueblo

    Si usted lee estas líneas de arriba hacia abajo, parece que está escuchando a Andrés Manuel López Obrador en sus conferencias matutinas, en las que responde frecuentemente “yo tengo otros datos” cuando algún reportero cita las cifras negativas de su gestión. Pero si las lee de abajo hacia arriba, verá que el texto se parece a cualquier columna de opinión de un experto cri­ticando el estilo de toma de decisiones del presidente.
  • Adal Cortezcompartió una citahace 15 días
    La cantinflesca respuesta de López-Gatell fue un monumento a la zalamería política y quedaría ligada a su imagen de modo permanente:
    La fuerza del presidente es moral, no es una fuerza de contagio, en términos de una persona, un individuo que pudiera contagiar a otros. El presidente tiene la misma probabilidad de contagiar que tiene usted o que tengo yo, y usted también hace recorridos, giras y está en la sociedad. El presidente no es una fuerza de contagio. Entonces, no, no tiene por qué ser la persona que contagie a las masas; o al revés, como lo dije antes, o al revés.

    La famosa frase “el presidente es fuerza moral y no fuerza de contagio” –desprovista tanto de lógica como de dignidad científica– pintó de cuerpo entero a la comunicación del vocero gubernamental y generó enormes dudas: ¿estaba velando por el interés de la sociedad, como corresponde a un médico profesional y funcionario de la salud pública? ¿O era un político obsequioso, dispuesto a decir lo que sea para quedar bien con su jefe, así fuera mentira?
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