De casa a la Fundación, de ahí al geriátrico de Fire Falls y vuelta a casa en autobús. Esa es la vida de Iris Sinclare: niños abandonados y ancianos, expedientes y visitas médicas. Y, de vez en cuando, un café con Rowan, su amiga y compañera. Hasta la noche en que tropieza con el cuerpo de un hombre herido a dos pasos de su apartamento y todo se complica en extremo. Damián es un devorador de pecados cuya alma condenada se encuentra en condiciones tan impuras que se sabe cercano a la caída. Lo demuestra la nitidez con que puede ver a las bestias que comandan los erebitas. Tanto es así, que empiezan a atacarle y llegan a herirlo de gravedad. En ese estado lo encuentra ella, la misteriosa mujer que posee un aura muy distinta al resto. Gracias a ese encuentro, Iris descubrirá que su mundo, junto con los que la comparte, poco tiene que ver con lo que creía conocer y Damián tendrá nuevos motivos para recuperar la fe que había perdido, incluso en sí mismo. Todo ello cuando se empieza a fraguar una rebelión en el infierno que promete romper el equilibrio, entre la luz y la oscuridad. Ambos se sentirán arrastrados sin remedio, por el devenir de los acontecimientos, hacia un destino inquietante para el que no están preparados. ¿O sí?
