Mujeres viajeras

una revolución no cesa cuando se restaura el orden externo, es justamente entonces cuando la evolución comienza

La aparición de un periódico es una cosa que da mucho trabajo, pero como yo hacía muchos años que venía pensando en su aparición, durante los viajes que hice por el interior de la República me fui poniendo al habla con los compañeros y compañeras de la localidad que visitaba y les manifestaba la intención y necesidad de la aparición de un periódico anarquista femenino. En esa forma ya los comprometía para, en caso de su aparición, prestaran su apoyo moral.

Fueron muchos los que abandonaron su ideal libertario para entregarse a los políticos y la política. La indoblegable Juana Rouco siguió empeñada en “esclarecer la mentalidad de hombres y de los pueblos”. En 1964, cinco años antes de su muerte, escribió Historia de un ideal vivido por una mujer.

Esta mujer que escaló montañas, recorrió huellas a caballo, en automóvil compartido y a pie, que durmió en refugios, modestas casas de familia y almacenes, declinó el honor de ser considerada una heroína. En lugar de hacer alarde de sus logros, desde sus relatos ejerció el magisterio: promovió el estudio de la historia y la geografía nacional, describió experiencias y paisajes atípicos, con una finalidad social, profesional, en busca de lo argentino. El viaje y su memoria escrita fueron para ella “una manera, y no la menos eficaz, de servir a la patria”.

No es una expedicionaria como Humboldt pero se sabe precursora de una manera de viajar –sin exigir “comodidades que no fuese posible obtener”– que con el paso del tiempo se llamaría turismo aventura. Y augura que todas las mujeres podrán adquirir la experiencia que mostraron sus guías para recorrer por sí solas bosques, lagos y montañas, porque “tres mujeres indefensas, según el decir de las gentes” en ningún momento percibieron peligro y siempre fueron tratadas con respeto y consideración. Las tres mujeres –“nosotras”, a lo largo del libro– eran la propia Ada y sus dos compañeras pioneras del feminismo, la educadora Sara Abraham y la maestra sanjuanina Mary A. Kenny.

Ada intentaría conjugar su nacionalismo y su feminismo en una idea de lo nacional que ofreciera un espacio a las mujeres más allá de la esfera privada. En ese intento, de 1913 a 1919 organizó viajes para “niñas, maestras y señoras” por recorridos desacostumbrados de la Argentina, Chile y Uruguay. Además de su propio gusto, la impulsaba el propósito de estimular a otras mujeres “a deponer sus temores y lanzarse a viajar, no diré solas, pero de a dos o tres, o cuatro, independientes y movedizas, olvidadas de prejuicios y falsos escrúpulos, valientes, briosas y alegres”.

A través de la puja política o social, las leyes del hombre pueden eludirse, pero ninguna ley divina podrá eludirse jamás, debe ser enfrentada. Si se hace el intento de evadir la evolución natural de las leyes divinas, el miedo será una de las grandes retribuciones de quebrantar esas leyes. El miedo, de una u otra manera, es la raíz de todo mal. Y el miedo entra en la casa del pobre tanto como en la casa del rico, en la del rico tanto como en la del pobre.

El comité de trabajadores exigía, primero: la libertad de todos los detenidos durante la huelga. Segundo: la aceptación de las condiciones que los huelguistas habían presentado a la firma Vasena. Tercero: la reincorporación de todos los trabajadores despedidos por la empresa ferroviaria Southern Pacific. Al mismo tiempo aprovecharon esta oportunidad para asegurar al gobierno que en ningún modo eran ellos responsables de los ataques al correo y al jefe de policía.

Es interesante que la influencia de Santa Rosa, una santa de la Iglesia Católica, no me llevara hacia las mujeres católicas de la Argentina sino hacia las librepensadoras y ateas.

El gran problema de la Argentina reside en unir las fuerzas del bien antes de que las fuerzas destructoras de la avaricia combinada con la indolencia conquisten este nuevo mundo. Hoy Sudamérica parece reunir el aspecto más deplorable de Europa y de los Estados Unidos. A medida que conocía mejor a los argentinos, comprendí que ese aspecto deplorable se relaciona con la diferencia en la colonización de los dos continentes, América del Sur y América del Norte, y que el clima es un factor de importancia.