Las Fauces Del Tigre

Ya habían encontrado una cámara digital en la habitación, y a nadie le sorprendería descubrir que aquel zángano archivaba información de delitos anteriores en su ordenador personal.

En menos de doce minutos, llegaron una docena de vehículos, entre coches de la policía y del FBI.

En el rincón, donde se giraba a la izquierda para entrar en la sala, había una vieja mesa desvencijada.

Dejó de ver la cocina, pero aumentó su visión del cuarto de baño...

El joven agente sacó el móvil del bolsillo y utilizó el sistema de marcación abreviada para llamar a su oficina.

Si alguien ve un vehículo de esas características, que llame a la base y la policía local lo comprobará.

La idea de una niña violada y asesinada en su jurisdicción le provocaba náuseas, y el hombre agradecía la ayuda federal.

—La CIA quiere hablar con usted —declaró el general—.

Dice que su conducta fue impecable, para un joven oficial en su primera acción de combate.

Otro secreto de los marines era la superioridad de su servicio de inteligencia respecto a todos los demás, incluso al de los perspicaces informáticos de las fuerzas aéreas, cuya actitud era la de que cualquier individuo capaz de pilotar un avión debía ser, sencillamente, más inteligente que los demás.