La cabeza de mi padre

Los autoproclamados pastores o ministros de culto eran sádicos, autoritarios, abusivos, narcisos de manual, convencidos de su grandeza sin mayor razón que la fe en sí mismos antes que en el Dios que predicaban

Hijos que buscan a sus padres.

Hijas que reconstruyen la muerte por ellos.

Quienes viven cerca de una persona con un trastorno de ansiedad saben que a veces nos ganan los demonios; nuestros vínculos pueden transitar por una larga ruta de perdones y disculpas que vamos ofreciendo a los que amamos cada vez que se nos salen las voces del trastorno.

Quienes viven cerca de una persona con un trastorno de ansiedad saben que a veces nos ganan los demonios; nuestros vínculos pueden transitar por una larga ruta de perdones y disculpas que vamos ofreciendo a los que amamos cada vez que se nos salen las voces del trastorno.

Es el síndrome de la vergüenza, un pudor que se lo traga todo, una carga total sobre el sí mismo que te hace sentir decepcionada de ti, deficiente, inadecuada. No es como la culpa que suele asociarse con una acción concreta: “es mi culpa porque llevaba tal vestido, es mi culpa porque salí de noche”. No, la vergüenza atenta contra algo informe pero inmenso: la conciencia distorsionada de ti misma. Tú eres la que tiene algo mal dentro, la que se vuelve un espíritu defectuoso, un ser indigno.

Es el síndrome de la vergüenza, un pudor que se lo traga todo, una carga total sobre el sí mismo que te hace sentir decepcionada de ti, deficiente, inadecuada. No es como la culpa que suele asociarse con una acción concreta: “es mi culpa porque llevaba tal vestido, es mi culpa porque salí de noche”. No, la vergüenza atenta contra algo informe pero inmenso: la conciencia distorsionada de ti misma. Tú eres la que tiene algo mal dentro, la que se vuelve un espíritu defectuoso, un ser indigno.

Es demoledora la sensación de despersonalización, sentir que no te tienes a ti misma, a ti mismo.

Una tormenta, el pánico, la locura, un tiroteo. Un león que te persigue, un abismo que se abre, la sensación de que estás sin estar, de que la realidad, por más palpable y presente que sea, para ti es brumosa, lejana, desenfocada.

Una tormenta, el pánico, la locura, un tiroteo. Un león que te persigue, un abismo que se abre, la sensación de que estás sin estar, de que la realidad, por más palpable y presente que sea, para ti es brumosa, lejana, desenfocada.

abandonar también a quien abandonó primero, si tú no me quieres pues yo a ti tampoco.