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Gregorio Doval Huecas

Fraudes, engaños y timos de la historia

  • gelivmecompartió una citael año pasado
    Stanisława Walasiewicz era una atleta polaca que obtuvo el oro en los 100 metros lisos femeninos de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles de 1932 y la plata en los de Berlín de 1936, además de ser varias veces plusmarquista mundial de esa misma prueba. En 1980 fue asesinada durante un robo y la autopsia reveló que tenía una constitución genital ambigua y que poseía al mismo tiempo los pares de cromosomas XY y XX. Lo curioso es que Stanisława [a la derecha en la foto], al acabar la prueba de los juegos de 1936, en Berlín, pidió a los jueces que la ganadora, la norteamericana Helen Stephens, se desnudara para demostrar que era una mujer. Lo hizo y lo demostró. En aquellos mismos Juegos Olímpicos de Berlín de 1936 aun peor fue el caso de Dora Ratjen, una atleta alemana que consiguió el récord mundial en salto de longitud en el Campeonato Europeo de Viena 1938 y dos años antes, en los Juegos Olímpicos de Berlín, se quedó a las puertas de la medalla, pues fue cuarta. La locura nazi, que también alcanzó al deporte, provocó que los dirigentes de la federación alemana de atletismo le obligasen a taparse sus genitales. El timo no se descubrió hasta después de la Segunda Guerra Mundial: Dora era en realidad un camarero de Hamburgo llamado Hermann Ratjen.
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    El segundo caso, más recientemente, fue en 1991, cuando se descalificó al ganador del Maratón de Bruselas Abbes Tehami después de haber sido probado que su entrenador había comenzado la carrera por él, y él sólo la había acabado. En un evidente error de coordinación, el entrenador corrió con bigote, mientras que el atleta no.
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    trampa al terminar la Maratón de Nueva York sin aparecer en ninguno de los vídeos de la carrera. Un fotógrafo asegura también haber hablado con ella en el metro. Se cree que Ruiz utilizó el metro para llegar a la línea final de la Maratón de Boston. Eventualmente sería descalificada de ambas carreras. Hasta el día de hoy, Ruiz niega haber hecho trampa y los jueces no han probado su trampa en forma concluyente aún. Ruiz recibió libertad condicional en 1982 por cometer robos y fraudes en la compañía en la que trabajaba, y luego fue arrestada durante veintitrés días por intentar vender cocaína a agentes de incógnito en Miami.
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    goría de discapacitados mentales) ganó el oro en los Juegos Paralímpicos de Sidney 2000, pero diez de sus doce jugadores no sufrían deficiencia alguna. Carlos Ribagorda, uno de los jugadores y periodista, relató luego toda la farsa, acusando a los responsables de seleccionar deliberadamente a los jugadores y de que ni él ni los demás pasaron controles psicológicos. Hubo que devolver las medallas y rodaron cabezas.
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    Algo parecido, o aún peor, a lo de Lorz ocurrió durante los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972, cuando el estudiante alemán Norbert Sudhaus se incorporó subrepticiamente a la carrera de maratón al final del todo, más o menos a un solo kilómetro del final y, en un sprint desesperado y sorprendente, superó fácilmente a los atletas cansados, llegó primero y fue el centro de atención al convertirse en campeón olímpico. Sin embargo, su engaño duró unos pocos minutos, pues enseguida los jueces se dieron cuenta de lo que había pasado. Pese a ser un impostor, su broma hizo que el verdadero ganador final, el americano Frank Shorter, entrara en el recinto entre enormes abucheos de los espectadores, compatriotas del atleta aparentemente descalificado. Y es que no hay nada mejor que utilizar el metro de la ciudad para ganar tranquila y cómodamente una carrera de maratón y además batir el récord de la prueba. Eso es lo que hizo la atleta estadounidense de origen cubano Rosie Ruiz en dicha disciplina en la ciudad de Boston en 1980. Naturalmente fue descubierta.
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    cuando se supo que había cubierto dieciocho de los algo más de cuarenta y dos kilómetros de la prueba a bordo de un coche conducido por su entrenador. La aclamación de la muchedumbre se tornó rápidamente en abucheos. Lorz, a la desesperada, intentó explicar que sólo se trataba de una broma, algo que nadie creyó. Recibió una sanción de por vida, que más tarde, gracias a su arrepentimiento, le fue levantada. Como nota anecdótica, cabe resaltar que al año siguiente (1905), Fred Lorz ganó la maratón de Boston, esta vez sin trampa alguna. En su lugar, fue proclamado vencedor de la prueba olímpica su compatriota Thomas Hicks [recuadro inferior], quien, por lo demás, según se supo tiempo después, diez kilómetros antes de la meta había ingerido una buena dosis de estimulantes (sobre todo, sulfato de estricnina), pero como en aquellos tiempos eso no era ilegal, su victoria sí fue legal.
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    de Rojas declararía que se autoinfirió un corte en el rostro para simular un ataque de los hinchas brasileños, todo dentro de un plan orientado a conseguir la programación de un partido definitivo en cancha neutral. Por aquel incidente, Rojas fue marginado a perpetuidad de las canchas de fútbol (aunque en 2000 recibió una amnistía) y Chile fue excluido de jugar las eliminatorias de la Copa Mundial de la FIFA de 1994 por infringir severamente los reglamentos. Además fueron sancionados Sergio Stoppel (entonces presidente de la Federación de Fútbol de Chile), Orlando Aravena (entrenador), Fernando Astengo (defensa, subcapitán del equipo) y Daniel Rodríguez (médico), entre otros.
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    Entre 1940 y 1944 los nazis robaron cientos de miles de obras de arte durante la ocupación de Europa. Se ha podido documentar que en esos cuatro años, sólo de Francia salieron con destino a Alemania por lo menos veintinueve convoyes cargados con doscientas tres colecciones privadas, en las que además de cien mil obras de arte (muchas de ellas piezas maestras) había quinientos mil muebles y un millón de libros. El saqueo y expolio sistemático de obras de arte te
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    1945, cuando soldados norteamericanos que controlaban el poblado de Merkers oyeron hablar del lugar secreto y de lo que guardaba. Dos días después, dos oficiales del Ejército acudieron al lugar y, mediante un ascensor de setecientos metros de recorrido, llegaron hasta el corazón de la mina. Allí se toparon con el tesoro más grande de la historia hasta el momento: repartidos por los túneles, cuevas y recovecos, hallaron, entre otras cosas, mil millones de marcos guardados en quinientas cincuenta bolsas (en la imagen), ocho mil quinientos veintisiete lingotes de oro, monedas de oro francesas, suizas y estadounidenses, maletas con diamantes, perlas y piedras preciosas robadas a las víctimas de los campos de concentración, incluyendo algunos sacos de coronas dentales de oro... Este enorme tesoro suponía, según los cálculos, más del 90 % de las reservas del régimen caído, y había sido escondido por orden del doctor Fung, entonces presidente del Reichsbank.
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    La censura de imágenes fue habitual en la antigua Unión Soviética desde que Stalin se hiciera con el poder en el Partido Comunista y, ya convertido en el líder soviético, iniciara una serie de purgas que eliminaron a muchos de sus enemigos y atemorizaron al resto. El Gobi
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