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Libros
Diego Olavarría

El paralelo etíope

  • Vilma Rodriguezcompartió una citahace 7 meses
    Las siguientes elecciones, en 2010, fueron un fracaso para la oposición. Meles venció por un margen mucho más amplio que en 2005
  • Vilma Rodriguezcompartió una citahace 7 meses
    El único país africano gobernado durante siglos por un rey. El único país subsahariano –negro– que tuvo civilizaciones antiguas: mientras que el resto de África atrae visitantes por sus animales salvajes y paisajes, y no por sus obras humanas, Etiopía lo hace por sus antiguos palacios, antiguas iglesias, antiguas tumbas. África es un continente en buena medida tórrido, pero la Etiopía histórica está en el altiplano, en las tierras fresca
  • Vilma Rodriguezcompartió una citahace 7 meses
    Etiopía es muchos «únicos». El único país africano cristiano desde siempre: el Imperio se convirtió a esta religión en el siglo IV, antes que Roma incluso.
  • Iranyelacompartió una citahace 9 meses
    Ahora que lo veo, la existencia es solo un camino para agotar tu vida
  • Vilma Rodriguezcompartió una citahace 10 meses
    Hacia finales de la década, los problemas de salud y decepciones anímicas de Rimbaud se manifiestaron más oscuros que nunca. «Ahora que lo veo, la existencia es solo un camino para agotar tu vida», anotó unas semanas antes de abandonar Harar, en abril de 1891, muy deteriorado de salud y con la cabeza absolutamente encanecida. Rim-baud hizo el último viaje entre Harar y el Mar Rojo en una camilla llevada por cargadores. Tres meses y varios tortuosos navíos después, Rimbaud desembarcó en Marsella. Ahí, fue internado en un hospital de jesuitas y le amputaron la pierna. Pero la enfermedad –cáncer óseo– continuó avanzando. Rimbaud murió el 10 de noviembre de 1891, a los treinta y siete años, víctima del cáncer, pero también de las caminatas, de las fiebres nunca curadas del todo y de las penurias. Víctima de los kilómetros, de las caravanas, del sol del cuerno de África; del aburrimiento y las ambiciones nunca logradas
  • Vilma Rodriguezcompartió una citahace 10 meses
    Hacia mediados de la década de 1880, en alguna de las largas noches que pasaba leyendo libros sobre minería y escribiendo cartas, Rimbaud volvió a tener un presagio, una iluminación: «Es probable que jamás encuentre la paz de espíritu; que ni viviré ni moriré en paz. ¡Eso es la vida y no es para tomarlo a risa!»
  • Vilma Rodriguezcompartió una citahace 10 meses
    Harar representó el punto de escisión entre las dos grandes etapas de la vida de Rimbaud: sus años como poeta y sus años como comerciante. Aunque viajó por Escandinavia, Indonesia y Chipre, fue en Harar donde el poeta se convirtió en algo radicalmente diferente. Para entender al Rimbaud de Harar es necesario tener en claro que a él jamás le importó la consagración literaria. Su misión era hacer de su vida una obra de arte; para lograrlo, Rimbaud destruyó el yo poético y se reinventó de la forma más radical posible: como negociante. Como lo señaló Charles Nicoll en Rimbaud en África: el Je est un autre de las Cartas del vidente se convirtió en profecía de la transformación venidera. Harar fue el lugar perfecto no solo para desaparecer, sino también para reformularse más allá de lo reconocible. Rimbaud lo habrá visto así: si la poesía es un mundo etéreo y abstracto, el del comercio es uno banal y corriente donde todo tiene precio, donde todo es concreto. Convertirse en comerciante era ser un autre
  • Vilma Rodriguezcompartió una citahace 10 meses
    Hacia 1880, y aunque ya había ahí unos pocos extranjeros, Harar seguía siendo un lugar tan distante y desconocido que solo figuraba en los imaginarios de algunos exploradores, comerciantes y diplomáticos. Paul Verlaine, por ejemplo, pensó durante años que Rimbaud había huido a Herat, en Afganistán. En otras palabras: Harar era tan exótica que un poeta no podía siquiera encontrarla en un mapa
  • Vilma Rodriguezcompartió una citahace 10 meses
    El nombre de este empleado era Arthur Rimbaud, y era, tal vez, el poeta más importante de su siglo. Pero Barday no lo sabía ni tenía manera de imaginarlo: Harar era un lugar donde la poesía no importaba
  • Vilma Rodriguezcompartió una citahace 10 meses
    II. LA PARTE DEL POETA

    Armados de una paciencia ardiente,
    entraremos en ciudades espléndidas.
    ARTHUR RIMBAUD, Iluminaciones
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