Para saber de dónde partes, hazte las siguientes preguntas:
• ¿Puedes parar ahora mismo a la primera mujer que pase por la calle, cogerla de las manos y confesarle la pasión desenfrenada que sientes por ella?
• ¿Puedes lanzarte sobre tu mejor amiga con la clara intención de arrollarla sexualmente?
• ¿Eres capaz de mirar a una chica a los ojos durante segundos antes de besarla, de oler la tensión sexual y el nerviosismo que generas en ella y recrearte en todas estas cosas?
Si la respuesta es no, si todavía no puedes disfrutar de la sangre y chapotear en ella, es que tu transformación no está completa.