Brillo

He tenido que decir adiós bastantes veces como para saber que las despedidas son capaces de dar brillo a lo que son —como mucho, lentas muertes cotidianas—, pero aun así cada vez pienso en todo lo que perderé.

para cuando nos volvemos a ver, ya se nos ha olvidado cómo encajamos. Nos hallamos en un estado de constante regresión; la distancia vuelve los detalles demasiado resbaladizos e inasibles

Pasa que hay horas grises y anónimas, como esta. Horas en las que me desespero, en las que siento un hambre voraz, en las que sé cómo una estrella se convierte en un vacío.

Por un momento estoy segura de que voy a echarme a llorar, cosa que no es rara, porque lloro mucho y en cualquier sitio

Me gustaba antes. Cuando éramos algo teórico. Cuando estábamos arriba en la montaña rusa y el viento le agitaba el pelo.

Y cuando estoy a solas conmigo misma, esto es lo que espero que alguien haga conmigo con manos implacables y decididas: plasmarme en el lienzo para que, cuando ya no esté, quede constancia, prueba, de que estuve aquí

Imagina lo que es vivir con tanto cuidado que no haya indicios en absoluto de que has vivido

Su alegría es tan pura que me hace sentir que puedo desabrocharme mi traje de piel y mostrarle todos los secretos que contiene.

Me cuesta hacer amigos, y los hombres pierden el interés en mí cuando hablo.

Podrá ser los oídos del autor que llama a menudo para hablar de los elegantes ropajes de los peces de sus cuentos, que van de una platija que sufre acoso, y podrá librar una guerra con grandes proveedores corporativos cuyos algoritmos barren archivos de libros en busca de errores pero que tienen importantísimos puntos ciegos para el léxico especulativo de la ciencia ficción, y podrá decirles: «Esto no es un error; esto es humano. Esto es estilo».