Patricia Esteban Erlés

  • Josué Osbournecompartió una citahace 10 meses
    Fantasmagoría

    El fantasma tiene la misma forma de morderse los labios que tenías tú, y esa manía de pintárselos en el coche, como si el viaje fuera el mejor espejo. Usa el mismo rouge que tanto te gustaba, ese de guindas maduras que recuerda vagamente a un coágulo. El fantasma es amigo de los sujetadores con relleno y las medias de cristal. No da pena, no parece perdido, parlotea a mi lado sin darme tregua, cada mañana me cuenta como hacías tú las noches de sábado en baños de bar, en asientos traseros de coches aparcados en avenidas céntricas. El fantasma no tiene dos dedos de frente, igual que te pasaba a ti. No sabe, el pobre, que es un fantasma. No tiene ni idea de que ya no eres tú.
  • Brenda Jiménezcompartió una citael año pasado
    Un suicida es alguien que sale del cuarto porque quiere estar solo un rato que dura siempre.
  • Brenda Jiménezcompartió una citael año pasado
    Sabes que dentro de la casa existen caminos desconocidos en los que sería mejor no adentrarse.
  • Brenda Jiménezcompartió una citael año pasado
    Pero quieres saber si de verdad existe el monstruo encerrado al que oías respirar en la infancia, cuando la casa se hundía en un silencio de sombras.
  • Brenda Jiménezcompartió una citael año pasado
    Después de rezar una oración devota en la cripta, sales al jardín. No te gires, no te vuelvas, ahí, a tu espalda…, susurran los fantasmas.
  • Brenda Jiménezcompartió una citael año pasado
    Susurrando amenazadas de muerte al oído de las muñecas del cuarto de los juguetes.
  • Brenda Jiménezcompartió una citael año pasado
    Entablas una conversación cortés con los fantasmas del comedor.
  • Brenda Jiménezcompartió una citael año pasado
    Empequeñeces para habitar la casa de muñecas que fue de la abuela.
  • Brenda Jiménezcompartió una citael año pasado
    Definitivamente, la muñeca que aparece en algunas de las fotos de mi infancia es un espectro.
  • Mariana Azcárraga Quizacompartió una citael año pasado
    u amado esposo, el único hijo de un afamado fabricante de armas, había conseguido inventar el mecanismo automático que convertía un rifle original en el artefacto más mortífero creado por el hombre hasta entonces. Las ventas de los rifles Corven se multiplicaron por diez y la familia se había enriquecido en muy poco tiempo. Aquella fortuna lo había convertido en una de las primeras víctimas de la maldición, aseguraba la bella Larah, clavando en quien quisiera escucharla sus ojos de loca.
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