Brenda Navarro

Está muy cabrón eso de vivir para el futuro porque ya te sientes inútil en el presente y miserable en el pasado.

Y yo la miraba feo, muy feo, como si mi mirada pudiera transmitirle todo lo que ella no me dejó decirle.

Yo te amaba, pero tú amabas el mar.

¿cuánta fuerza hará falta para encajarse un puñal en el corazón? Ya no digamos la voluntad, sino cómo hincar un arma en un cuerpo vivo: es una fuerza que no imagino, que no conozco, que no deseo conocer nunca

Pocos sobreviven a los chistes, pocos tienen gracia para contarlos y nosotros éramos un chiste que se reía de sí mismo.

Me lastimó, pero ya éramos esos animalitos agresivos y heridos que nomás tratan de no herirse más, así que no quise responder a su dentellada.

Todas las complicaciones siempre llegan juntas, como si quisieran competir entre ellas a ver cuál es la que nos hace perder la cabeza

¿tú qué crees, que nos queremos ir porque sí? Ya te veré con tus cosas y tus traumas

en México nos podían decir que éramos pobres, y lo éramos, al menos estábamos acompañados; pero en Madrid nos miraban como pobres y además como apestados

una vez que entiendes tu lugar en el mundo, ese dolor de estómago que a mí me daba en ocasiones de mucho estrés, se vuelve perpetuo.