En tiempos de lo enorme, de lo espectacular,
de producciones cinematográficas de cien millones,
quiero hablar por los pequeños actos invisibles del espíritu humano,
tan sutiles, tan pequeños que mueren apenas se los expone a los reflectores.
Quiero celebrar las pequeñas formas del cine, las formas líricas,
el poema, la acuarela, el estudio, el boceto, la tarjeta postal,
el arabesco, el trío y la bagatela y las pequeñas canciones en 8mm.
En tiempos en los que todos anhelan el éxito y quieren vender,
yo quiero celebrar a aquellos que aceptan el fracaso social cotidiano
para buscar lo invisible, lo personal,
las cosas que no dan ni dinero ni pan
y que no hacen la historia contemporánea,
ni la historia del cine, ni ningún tipo de historia.
Estoy a favor del arte
que hacemos los unos para los otros como amigos
y que hacemos para nosotros mismos.
Estoy parado en medio de la autopista de la información y me río
porque una mariposa sobre una pequeña flor
en algún lugar, en algún lugar, acaba de agitar sus alas
y yo sé que todo el curso de la historia
cambiará drásticamente debido a ese aleteo
una cámara de 8 milímetros acaba de hacer un zumbido
en alguna parte del Lower East Side en Nueva York
y el mundo no volverá a ser el mismo
la verdadera historia del cine es la historia invisible
una historia de amigos juntándose
haciendo aquello que aman
para nosotros el cine recién comienza
con cada nuevo zumbido del proyector
con cada nuevo zumbido de nuestras cámaras
nuestros corazones se alzan
hacia adelante, mis amigos