La corriente poética conocida como Generación del 27, a la que Lorca perteneció, se llamó de ese modo a causa de la conmemoración que este grupo convocó los días 16 y 17 de diciembre de 1927, para celebrar el tercer centenario de la muerte del poeta Luís de Góngora, fallecido en Córdoba, su ciudad natal, en la primavera de 1627.
Un homenaje que la Academia había rechazado por considerar a Góngora un poeta delirante cuyo hermetismo estilístico convertía su obra en un magma aburrido e impenetrable. Una valoración que chocó de frente con los contemporáneos de Federico García Lorca que, en una abierta declaración de intenciones, bautizó su identidad colectiva de modo que siempre fuera identificada por su defensa acérrima del gran poeta de Las Soledades.
En La imagen poética de Luís de Góngora, García Lorca se suma a las muestras de compromiso que sus compañeros de generación también habían manifestado en diferentes publicaciones para reivindicar la figura de Góngora. Federico, en un alarde de conocimiento minucioso de la obra gongorina, con su inimitable tono poético, despeja en esta conferencia cualquier duda sobre el valor incalculable que posee la obra de Luís de Góngora, no solo como referencia maestra de la Generación de 27, sino como un gran clásico de la poesía de todos los tiempos.