…- Los trineos dejaban oír su eterna queja, a la que se mezclaba el chirrear de los arneses y el tintineo de las campanillas de los perros que iban a la cabeza. Pero los hombres y los animales, rendidos de fatiga, guardaban silencio. Una capa de nieve reciente dificultaba la marcha sobre la pista. Estaban ya muy lejos del punto de partida. Los perros arrastrando una carga excesiva de ancas de alce congelada, dura como el pedernal, se apalancaban con todas sus fuerzas en la blanda superficie de la nieve con una terquedad casi humana ...
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