Carta de Chicha Mariani a su nieta Clara Anahí (Lee Mirta Busnelli)

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Esta es la historia de una mujer y de una búsqueda incansable. Alguien que, como dijo Bertolt Brecht, luchó toda la vida y por eso es imprescindible. Chicha Mariani fue fundadora de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo y de la Asociación Clara Anahí.

El 24 de noviembre de 1976, un operativo represivo de la última dictadura cívico-militar atacó la casa de su hijo Daniel Mariani y de su nuera Diana Teruggi, ambos de Montoneros. Ellos fueron asesinados y los militares secuestraron a la pequeña beba de la pareja llamada Clara Anahí.

Desde ese momento, encontrar a su nieta fue la razón de vivir para Chicha Mariani. En pleno terrorismo de Estado, inició junto a otras abuelas un camino sin precedentes. Abrió el rumbo para la recepción de denuncias e investigaciones, que permitieron establecer los vínculos filiatorios en ausencia de una generación.

La creación del Banco Nacional de Datos Genéticos puso la ciencia al servicio del esclarecimiento de los crímenes de lesa humanidad. Chicha ayudó incansablemente a otras familias a encontrar a sus hijos y nietos. Y revolvió mundos para dar con su Clara Anahí.

En esta carta, Chicha Mariani le escribe -e imagina- a su nieta a raíz de su cumpleaños. La perpetuidad de la apropiación de Clara Anahí es una de las tantas huellas que dejó la dictadura. Y su lucha sigue siendo un ejemplo de perseverancia para las búsquedas colectivas, que aún siguen vigentes. Lee la actriz Mirta Busnelli.

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La Plata, 12 de agosto de 1981

Clara Anahí, mi chiquita, hoy es doce de agosto, es tu cumpleaños. Cumples cinco años, mi vida, y yo sólo puedo imaginarte…

Hace cuatro años y nueve meses, oscuras fuerzas te llevaron. Eras apenas un bebé con batita rosa, con una boca grandota que reía y reía y unos ojitos espiones que buscaban ansiosos las caras de papá y mamá, para reír de puro llena de amor. Y cómo reías cuando yo te cantaba el arrorró ¡Tan desafinada como siempre! La familia, gozosa, opinaba que demostrabas muy buen oído y gran inteligencia”.

(El espanto, el horror, aquel 24 de noviembre de 1976. Los tiros. La muerte... Y ‘desapareciste’. Te llevaron solita. Tenías tres meses. El tiempo se detuvo. Nunca más la vida).

Te he buscado, mi Anahí, sin descanso. Por sobre el desgarrante dolor de mis muertes. Ignorando las armas, las amenazas y las injurias, te busqué un día y otro día y otro y un mes y muchos meses. Apretando los dientes. Quemándome las lágrimas. Con rabia y desesperación. Estallando el corazón pensaba en tu primer dientito, en tus primeros pasos. Crecías y yo debía encontrarte ya, ya mismo, enseguida.

Fui imaginando tus primeros vestiditos y tus muñecas y el jardín de infantes. Y no te puedo encontrar, mi chiquitita: ‘Se ignora tu paradero’. Te compro muñecas, ¿sabés? Las tengo en cajas que ya tuve que cambiar por otras más grandes. Se acumulan muñecas... y no te encuentro.

Te busco sin descanso. Qué hicieron con mi bebita, con mi Anahí. ¿Dónde estás? Tengo que apurarme, tengo que encontrarte antes de que sigas creciendo lejos de mí, de lo que queda de tu familia. Todo mi tiempo y las energías que me quedan son para buscarte. Te encontraré algún día. Pero, por Dios, que sea pronto.

Debes ser alta como lo eran tus padres. Quizás te han cambiado la edad, quizás por eso empieces a ir al colegio demasiado pronto: en 1982, quizás. ¿Te habrán conservado el nombre? Te sigues llamando Clara Anahí o sólo Anahí. ¿O sólo Clara? Tu cabello seguirá siendo castaño oscuro y lacio -te decíamos ‘Pelopincho’-. ¿Habrás heredado la miopía familiar? Tus orejas grandes, también heredadas, ¿no cambiarán?
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Editorial
Epistolar
Series
Epistolar
Año de publicación
2021
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