La desmovilización supondría una inserción grata a la normalidad, pero en la realidad esos posdesarmes del bastión grueso de unos y otros son la prueba del caos Estado-sociedad. Los crímenes cometidos contra la población tienen vivo el recuerdo de sus muertos y victimarios que, en la barriada, suelen cobrarse a sangre y fuego.En estas crónicas se relatan episodios de milicos y paracos creados por políticos, cacaos, organismos armados y de inteligencia, con el propósito exclusivo de preservar a toda costa el modelo latifundista, eliminando físicamente a los opositores, por intermedio de militantes civiles. El ciclo extorsivo vigente entre los reinsertados deriva en homicidios, expulsiones y expropiaciones. Su eco determina la nueva peste de esta coyuntura, que los promotores de la guerra y sus voceros ocultan maliciosamente al denominarlos asuntos callejeros