Carta de Zelda Fitzgerald a Scott Fitzgerald

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Esta es la historia de un amor nada fácil. Bueno, pensándolo bien, ¿qué amor lo es? A finales de la década del 10, en una fiesta de campo, el escritor Francis Scott Fitzgerald conoció a la novelista y bailarina Zelda Sayre. Alguien que se convirtió en un ícono de los años 20 por audaz, por inteligente, por tener una prosa filosa como un puñal y por ser una flapper, así se denominaba en la época a las mujeres que vestían faldas cortas, tomaban bebidas fuertes y conducían a alta velocidad. En definitiva: mujeres que hacían algunas cosas “escandalosas” para la época. Mujeres que con su actitud independiente fueron un faro feminista para las siguientes generaciones.

Scott y Zelda se casaron en Nueva York en 1920 y al poco tiempo él publicó “A este lado del paraíso”, una novela que lo convirtió -que los convirtió- en celebridades. Los dos excéntricos. Los dos hedonistas. Los dos amantes de los excesos. El amante del alcohol. Ella con un largo rally por instituciones psiquiátricas.

Fue un amor tan tortuoso como intenso y autodestructivo. Uno no podía vivir sin el otro. Pero la vida juntos, a veces, se parecía mucho al infierno.

Buena parte de esta historia de amor está en el conmovedor libro “Querido Scott, querida Zelda”, del que elegimos dos cartas. En estos textos, ella le habla de pastillas, le dice “te quiero y tú me quieres y podemos estar agradecidos por eso” y da cuenta de un amor bravo como una tormenta brava. Lee la actriz Yanina Gruden. La ilustración de este episodio es de @danipajarona.



Montgomery. Alabama. Marzo de 1920.

Querido Scott:

Estuve deseando hacerlo por ti, porque sé el lío que estoy provocando y lo inconveniente que será todo esto- pero es que no puedo ni quiero tomar esas pastillas horribles- así que las tiré. Antes tomaría ácido fénico. Mientras sienta que estoy en mi derecho, no me importa mucho lo que pase. Además, preferiría tener una familia entera antes que sacrificar mi dignidad personal.  La gente parece mirar todo desde una perspectiva equivocada- y yo me sentiría realmente como una puta si tomara una sola de esas pastillas, así que trata de entenderme.

Por favor, Scott –  hace lo que creas mejor- pero no hagas nada hasta que sepamos a qué atenernos, porque Dios, o algo por el estilo, ha hecho siempre que las cosas salgan bien, y quizás esta vez también.

Te quiero y tú me quieres a mí, y podemos estar agradecidos por eso.

Gracias por el libro- no me gusta.

Marzo de 1920. Montgomery. Alabama.

Cuando miro hacia el camino y te veo venir, veo a tus pantalones arrugados emerger de todas las tinieblas y brumas que corren hacia mí.  Sin ti, querido no podría ver, ni oír, ni sentir, ni pensar, ni siquiera vivir.

Te quiero y no voy a permitir que estemos separados una noche más mientras duren nuestras vidas. Estar sin ti es como pedirle piedad a una tormenta, o matar la belleza, o hacerse viejo. Tengo tantas ganas de besarte. En la espalda, en el pecho. Te quiero- y no sé cómo decirte hasta qué punto. Pensar que voy a morir sin que lo sepas. Tenes que esforzarte por sentir lo mucho que te quiero y lo inanimada que me quedo cuando te vas. Ni siquiera puedo odiar a esa gente detestable.  Nadie tiene derecho a vivir fuera de nosotros, y están ensuciando nuestro mundo y no puedo odiarlos porque te quiero.

Vuelve pronto. No podría soportar estar sin ti, aunque me odiaras y estuvieras cubierto de llagas como un leproso. Aunque te escaparas con otra mujer y me dejaras morir de hambre, te seguiría queriendo, lo sé,

Amante, amante mío, cariño mío.

Tu esposa.

Zelda.
0:07:17
Editorial
Epistolar
Series
Epistolar
Año de publicación
2022
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