De parecido modo a como refiere Homero en la odisea al dar noticia del irreprimible deseo que apodérase de Ulises —embriagarse con los cantos de las sirenas—, no es menos cierto que pocos son los que se resisten al embrujador encanto del acervo musical de Cuba; trasunto «afrocañí» de la isla de las sirenas por cuyas entrañas fluyen y concluyen tantas tradiciones musicales de Ultramar. A la manera del maestro Alan Lomax —legendario etnomusicólogo—, y sabedoria de la importancia de tan necesario empeño, mas sin anime de sentar catedral y sí, tal vez, presa de un genuino impromptu —que traería causa de su larvada afición a la música antillana—, emprende nuestro autor esta suerte de misión arqueológica.