Moritz llega a su nuevo hogar y se da cuenta inmediatamente de que no será un hogar normal. Se trata de la casona de un cementerio. Por suerte, lo acompaña su abuelo Arcano, que no solo es el cuidador de tan siniestro lugar sino el guardián de las historias de todas las tumbas. Ratas del tamaño de perros, caperucitas que ahora asustan y la noche, como si ella también quisiera contar una historia de miedo.