Para una ciudadana del mundo, como lo es Elena Li Chow, todos los seres humanos terminan siendo unos magníficos personajes de unas espléndidas historias, sin que puedan escapar al destino fatal, al azar impetuoso, o a la ventura o desventura merecida. Sus trece cuentos de Ojos rasgados, su primer libro, lo dejan muy claro.
Pero lo sagrado en sus páginas tiene que ver con el tejido de sus tramas —anuncia acá, posterga allá, y el as que golpea al final—, con tensiones que alivian y rompen el alma, que no abandonan las señales que Elena Li Chow le impone a la lectura. Seres ficticios que perpetúan la trágica, la cómica, la dramática realidad.