AAco. La primera A por Alejandro. “Aco” es el apócope de su apellido, Acobino. Y apodo con el que lo identificaron sus amigos del colegio y colegas de teatro. Así firmaba sus cartas Alejandro Acobino, un actor, director y un dramaturgo extraordinario que dio el teatro de Buenos Aires. Cuando se fue, de forma temprana, dejó cinco
obras: Enobarbo, Continente Viril, Rodando, Hernanito y Absentha. Y otras tantas inconclusas. Dejó también una poética potente, de una escritura magistral y llena de personajes que se pierden en una obsesión. Creo -lo digo humildemente después de haber visto sus obras varias veces- que aún no logramos ver del todo la dimensión
de su legado. Una dimensión increíblemente lúcida de un teatro atroz, trágico y grotesco. Acobino fue, además, un gran escritor de cartas. Le encantaba escribirlas y hablar por téléfono. Esta carta fue extraída del libro “AAco. Alejandro Acobino: cartas, ensayos y homenajes”, editado por el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. Es
una cuidada y amorosa edición de su hermana Gabriela, que encontró muchísimos escritos en su computadora. Acá le escribe a una tal Sandy. No sabemos quién fue (Gabriela, su hermana, tampoco), pero importa poco. Alejandro le responde a esta mujer, quizá una periodista, que le había preguntado qué es para él el arte y por
qué hace arte. Acá va entonces un pequeño homenaje de Epistolar a Alejandro Acobino por tantas horas disfrutando de su maravillosa obra. Lee el actor y amigo de Acobino, Germán Rodríguez.
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Estimada Sandy: Lamento la tardanza pero me olvidé completamente. Encontré tu mail de casualidad y te respondo. Espero que no sea tarde. No me resulta fácil contestarte lo que me pedís. La razón principal por la que hago arte es porque amo el arte. Tengo mis valores éticos y procuro ser consecuente con ellos como cualquiera que busca ser consecuente con sus valores. Tengo también mis valores ideológicos y por qué no confesarlo filosóficos… Pero a la hora de escribir y dirigir lo estético lo supedita todo... Creo en la autonomía de la estética respecto a los demás valores humanos... Acá me acerco más a Harold Bloom que a John Berger, aunque
ideológicamente estoy más cerca de Berger (un progresista), filosóficamente me parezco más a Bloom
(acusado de conservador). Del público: Yo vengo del público. Yo crecí en la época de la “primavera democrática” cuando salimos de la dictadura. La ciudad era un hervidero de teatritos, varietés, conciertos gratis,
óperas… Yo me fui formando en ese mundo. Tras un intento frustrado de ser químico volví al teatro… Mi motor es la fascinación por el arte primero. ¿Por qué el teatro no
es algo tan simple de explicar? Es decir mi mayor relación con el público es que del público vengo. Y hago teatro para que exista el teatro que querría ver... Y si no tengo mayor reflexión es porque gasto la mayor parte de mi tiempo reflexionando sobre los problemas estéticos que me planteo.
AAco