Algunos acontecimientos de la historia de la iglesia, como la reforma y el gran despertar, han sido similares a los eventos descritos en el libro de Esdras y por los profetas Hageo y Zacarías.Cuando un remanente salió de Babilonia y regresó a Jerusalén con los vasos del Señor, restauraron el altar, pusieron las bases, y reconstruyeron la casa del Señor.Sin embargo, el libro de Nehemías tiene un escenario diferente. Han pasado los años y las cosas no siguen bien en Jerusalén. El “muro” está derribado y las “puertas” han sido quemadas con fuego.El pueblo de Dios está a merced de sus enemigos, y nadie sabe quién está adentro y quién afuera. Prevalecen el desorden, la confusión, el reproche, y la aflicción: parecido a nuestro tiempo.Nehemías, quiere decir, “el Señor consuela”. Sabemos que el consolador es el Espíritu Santo. El libro de Nehemías además de ser históricamente real, también es una parábola profética no solo de lo que llamamos los tiempos finales, sino de la era venidera, y del reino de justicia. En esta parábola viviente Nehemías representa las primicias –o cuota inicial– del Espíritu que fue derramado en Pentecostés y la transición para la plenitud del Espíritu prometida para el tiempo del fin.
