Mariam, que tanto miedo tenía a dar a luz a otra hija, tuvo a Alá de su parte y parió un hijo varón.
El gran contrato de libros escolares no llegó a firmarse. No ganó Sultán, sino la Universidad de Oxford. El librero piensa que quizá fuera lo mejor:
–El proyecto hubiera agotado todos mis recursos; probablemente era demasiado grande para mí.