o tenía catorce años, ella quince, y en el transcurso de unos días nos quedamos lentamente pegados el uno al otro, como ocurre a esa edad. Al poco tiempo Jan Vidar empezó a salir con su amiga Margrethe. Nuestras relaciones se encontraban a medio camino entre el mundo infantil y el mundo juvenil, y las fronteras entre ambos eran imprecisas