Julieta Gomezcompartió una citahace 5 años
La otra
Una en mí maté:

yo no la amaba.

Era la flor llameando

del cactus de montaña;

era aridez y fuego;

nunca se refrescaba.

Piedra y cielo tenía

a pies y a espaldas

y no bajaba nunca

a buscar «ojos de agua».

Donde hacía su siesta,

las hierbas se enroscaban

de aliento de su boca

y brasa de su cara.

En rápidas resinas

se endurecía su habla,

por no caer en linda

presa soltada.

Doblarse no sabía

la planta de montaña,

y al costado de ella,

yo me doblaba...
  • Únete o inicia sesión para comentar
    fb2epub
    Arrastra y suelta tus archivos (no más de 5 por vez)