Por su parte, la sociedad civil, que al momento del nacimiento de los partidos estaba aislada frente a estos y al Estado, ha experimentado un protagonismo progresivo, alejándose de las formas convencionales de la política, en especial de la idea de la representación electoral, dando lugar a nuevas identidades colectivas de carácter no electoral: grupos de interés, grupos de presión y movimientos sociales.