Hay momentos en que no entenderemos el porqué. Una pérdida repentina, una enfermedad inesperada, una traición que dolió, una mudanza imprevista y tal vez lo único que podemos pensar es: “¿Por qué, Dios? ¿Por qué tuve que vivir esta situación?”. Tal vez nunca recibiremos una respuesta, pero con el tiempo entenderemos para qué. Dios siempre tiene un propósito con todo lo que vivimos. Para hacernos mejores personas, para acercarnos más a Él, para revelarnos Su propósito.