En general cabe decir que los celtas realmente eran extraordinariamente corpulentos. La mayoria de ellos musculados, aspecto que no debe extrañarnos ya que estamos hablando mayoritariamente no de gente que asisten al relajo de la terma ni a la orgía romana en el diván, sino personas en continua lucha, acostumbrados a vivir al aire libre y con unos quehaceres cotidianos en los que intervenía el esfuerzo físico.