«Todos los imbéciles, inconscientes, con sus miradas de día domingo, paseando encantados sus bellas formas de cosa inflada de orgullo... Sacos vacíos, ninguno sabe nada, ninguno es capaz de comprender nada.
»Hay que salir de la ciudad –se dijo–; fuera de la ciudad está la vida, está la naturaleza y no se ven ojos vacíos, ojos idiotas».