Para no preocuparla demasiado compensaba mis inquietudes más agrestes con clases de encuadernación, costura, panadería artesanal.
Al crecer, me crecieron también las ansias. Quería vivir sola, visitar todos los museos, oír toda la música, asistir al teatro, a salas de cine donde proyectaban películas europeas, entender el arte, ir en la procura de algo más sublime que los muebles y la ropa