-Querría precisamente vuestra opinión; tengo aquí un documento, una carta de su puño y letra -dijo Utterson-. Se entiende que este escrito queda entre nosotros, porque todavía no sé qué voy a hacer con él; un lío feo es lo menos que se puede decir. Pero he aquí un documento que parece hecho aposta para vos: el autógrafo de un asesino.