salario presidencial era en aquella época de veinticinco mil dólares y, unido a las cantidades adicionales que se entregaban para el mantenimiento de la Casa Blanca, constituía una cifra notable que hubiera hecho sentirse segura financieramente a cualquier persona. Sin embargo, Mary Lincoln padecía de una enorme inseguridad psicológica relacionada con el dinero que, entre otros síntomas, se manifestaba en un deseo compulsivo de gastar. Esa peculiaridad fue un semillero de dificultades para el presidente