Y los vampiros. Antes sabías a qué atenerte con ellos —seres hediondos, malvados, muertos vivientes—, pero ahora hay vampiros virtuosos, vampiros indignos, vampiros sexis, vampiros vestidos de lentejuelas, y ninguna de las antiguas reglas que se les aplicaban siguen siendo válidas. Antes podías confiar en el ajo, y en el amanecer y en los crucifijos. Podías deshacerte de los vampiros para siempre jamás. Pero ya no.