Mily Sietecompartió una citahace 4 años
Para contar una historia que tenga sentido, el cerebro izquierdo debe poner orden, usando las palabras y la lógica. El cerebro derecho contribuye mediante las sensaciones corporales, las emociones no procesadas y los recuerdos personales, para que podamos formarnos una impresión general y comunicar nuestra experiencia. Ésta es la explicación científica de por qué escribir un diario y hablar de un acontecimiento difícil puede ser tan eficaz a la hora de ayudarnos a superar una experiencia. De hecho, la investigación ha demostrado que simplemente poner un nombre o una etiqueta a lo que sentimos reduce literalmente la actividad del circuito emocional en el hemisferio derecho.

Por esa misma razón, es importante que los niños de todas las edades cuenten sus historias, ya que los ayuda a entender sus emociones y los acontecimientos que se producen en sus vidas. A veces los padres evitan mencionar experiencias perturbadoras, pensando que hablar de ellas reforzará el dolor de sus hijos o empeorará las cosas. De hecho, a menudo lo que necesitan los niños es precisamente contar la historia, tanto para dar sentido a lo que pasó como para avanzar hacia un lugar donde puedan sentirse mejor con respecto a lo ocurrido. (Recordemos al hijo de Marianna, Marco, de la historia de «Ia uuuh uuuh» en el Capítulo 1.) El impulso de entender la razón por la que pasan las cosas es tan poderoso que el cerebro seguirá intentando dar sentido a una experiencia hasta que lo consiga. Como padres, podemos participar en este proceso contando historias.

Eso es lo que hizo Thomas con Katie, la niña que decía a gritos que se moriría si su padre la dejaba en el parvulario. Aunque a Thomas lo exasperaba esa situación, resistió el impulso de restar importancia y negar lo que le pasaba a Katie. Gracias a lo que había aprendido, comprendió que el cerebro de su hija estaba relacionando varias circunstancias: que su padre la dejara en el parvulario, que vomitara, que su padre se marchara y que ella tuviera miedo. Por consiguiente, cuando llegaba el momento de prepararse para ir al parvulario, su cerebro y su cuerpo empezaban a decirle: «Mala idea: parvulario = vomitar = papá se va = miedo». Visto así, era lógico que no quisiera ir al parvulario.

Al darse cuenta de ello, Thomas empleó sus conoci‍
  • no disponible
  • Únete o inicia sesión para comentar
    fb2epub
    Arrastra y suelta tus archivos (no más de 5 por vez)