pecho de Isak.
—¿Los han cazado ya, verdad? —preguntó el hombre mirando la televisión— hace unas horas han dado el parte. —Dos niños doctor, eran sólo dos jóvenes de quince años.
—¿Qué les llevaría a cometer tal asesinato? Es increíble.
—Ni idea, el mundo está pasando por una crisis psíquica —dijo el hombre trajeado negando con la cabeza.— Buenas noches Isak, mi nombre es Anton Olofsson, abogado y representante de tu familia en el juicio que se le celebrará mañana mismo.
Isak le sonrió levemente, sabía que tenía que llevarse bien con aquel hombre que iba a luchar por su futuro en menos de veinticuatro horas.