—¿Cómo sabías justo lo que quería ver?
—¿Cómo no iba a saberlo? —replicó él—. Cuando pienso en ti y no estás delante, siempre te imagino con un libro en las manos. —Jem apartó la mirada mientras lo confesaba, pero no antes de que ella le viera un ligero rubor en las mejillas.