o me quedo extasiado en el crepúsculo. Platero, granas de ocaso sus ojos negros, se va, manso, á un charco de aguas de carmín, de rosa, de violeta; hunde suavemente su boca en los espejos, que parece que se hacen líquidos al tocarlos él; y hay por su enorme garganta como un pasar profuso de umbrías aguas de sangre.