Dragon está tumbada a los pies de la cama doble que comparto con Tippi; tiene los dedos llenos de moratones y heridas y se está pintando las uñas de azul metálico. —Quién sabe, a lo mejor os gusta —nos dice. —No todo el mundo es imbécil. Tippi le roba el esmalte y empieza a pintarme las uñas de la mano derecha y después las sopla para secarlas. —Sí, tienes razón, no todos son imbéciles —replica Tippi. —Pero cuando están con nosotras no se salva nadie.