Mily Sietecompartió una citahace 4 años
solo que quería en la obra de teatro del colegio. Se niega a calmarse y te repite una y otra vez que tiene la mejor voz de su clase. En realidad va en zigzag de una orilla a la otra, pasando del caos a la rigidez, y sus emociones se han impuesto claramente a su lógica. Por consiguiente, se resiste con obstinación a reconocer que quizá otra persona tenga tanto talento como ella. Tú puedes conducirla otra vez hacia la corriente del bienestar para que alcance un mayor equilibrio dentro de sí misma y para que pase a un estado más integrado. (No te preocupes: te ofreceremos toda clase de recursos para conseguirlo.)

Prácticamente todos los momentos de supervivencia pueden incluirse en este marco, de una manera u otra. Te sorprenderá lo mucho que los conceptos de caos y rigidez pueden ayudarte a entender las conductas más difíciles de tu hijo. De hecho, estos conceptos te permiten «tomar la temperatura» a la integración de tu hijo en cualquier momento. Si ves caos y/o rigidez, sabes que tu hijo no se encuentra en un estado de integración. Del mismo modo, cuando sí se halla en un estado de integración, presenta las cualidades que relacionamos con alguien que está mental y emocionalmente sano: se muestra flexible, adaptable, estable y capaz de entenderse a sí mismo y el mundo que lo rodea. El enfoque poderoso y práctico de la integración nos permite ver las numerosas formas en que nuestros hijos –o nosotros mismos– experimentan el caos y la rigidez porque se ha bloqueado la integración. Al tomar conciencia de este concepto, podemos desarrollar y aplicar estrategias que favorecen la integración en la vida de nuestros hijos y en la nuestra. Éstas son las estrategias cotidianas del cerebro pleno que exploraremos en cada uno de los siguientes capítulos.
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