La misma noche fui a la ruleta. ¡Cómo palpitaba mi corazón! ¡No, no era el dinero lo que yo entonces buscaba! Sólo quería que al día siguiente todos aquellos Hinze, aquellos oberkellner, todas aquellas bellas damas de Baden hablaran de mí, se contaran mi historia unos a otros, me alabaran y se inclinaran ante mi suerte.