Ledig, por cierto, quedó con el rostro deformado en una acción bélica; podría haber escogido un discurso de víctima o de héroe, pero eligió no aprovecharse de ninguno de los avatares que le habrían convertido en un escritor famoso; la novela recibió críticas feroces por quienes no querían una imagen de la guerra exenta de valores, de sacrificio, de sentido: «una repugnante perversidad», según un crítico; otro especificaba la razón de su rechazo de forma reveladora: el libro carece de «cualquier perspectiva y cualquier trasfondo metafísico con un fin positivo»