En esos estados de ánimo, cuando se siente vecino a la desesperación, a veces se le ocurre que lo único positivo que le queda es el tormento. Entonces se afirma en su melancolía, pero la mayor parte de las veces la melancolía le disocia el espíritu. No le queda otra cosa que esconderse en sus venas, diluirse en sus tinieblas enfermas.