Nosotros amamos lo que se corrompe. Él ama lo que perdura. Nosotros nos gozamos en nuestros logros. Él se goza en nuestras confesiones. Nosotros le mostramos a nuestros hijos la estrella de Nike y le decimos con una sonrisa millonaria: «Sé como Mike». Dios nos señala al carpintero crucificado con labios ensangrentados y costado traspasado y dice: «Sé como Cristo».