Como padres, estamos programados para intentar proteger a nuestros hijos de todo sufrimiento y dolor, pero en realidad eso es imposible. Nuestros hijos se caerán, se sentirán heridos y sufrirán miedo, tristeza y enfado. De hecho, a menudo estas experiencias difíciles son las que les permiten crecer y descubrir el mundo. En lugar de intentar ahorrarles las dificultades inevitables de la vida, podemos ayudarlos a integrar esas experiencias en su visión del mundo y a aprender de ellas