En cambio, entre sus compañeros, coetáneos suyos, uno era ya coronel y ayuda de campo del emperador, otro catedrático, otro director de banco o de ferrocarril, otro director de departamento, como Oblonski. En cuanto a él (sabía muy bien lo que debía parecerle a los demás), era un propietario rural que se dedicaba a criar ganado, a cazar becadas y a la construcción, es decir, un tipo sin ningún talento, que no había hecho nada de valor y que, en opinión de la gente, se ocupaba de las actividades propias de los que no sirven para nada.