Angie Valcompartió una citahace 5 años
No había oído ocioso, pues uno explicaba la de Príamo, otro recitaba la de Píramo; uno contaba la de la Bella Helena: cómo Paris le hizo la corte y luego la raptó; otro explicaba la de Ulises, otro la de Héctor y Aquiles; otro contaba la de Eneas y Dido: cómo por él se volvió triste y desgraciada; otro contaba la de Lavinia, que hizo lanzar al vigía una flecha con una carta desde la torre más alta; uno narraba la de Polinice, de Tideo y de Etéocles; otro explicaba cómo Apolonio retuvo Tiro y Sidón; uno contaba la del rey Alejandro, otro la de Leandro y Hero; uno explicaba cómo Cadmo huyó y fundó la ciudad de Tebas; otro contaba la de Jasón y el dragón que nunca tenía sueño; uno refería la fuerza de Alcides, otro cómo Filis se mató por amor de Demofonte; uno recitaba cómo se ahogó en la fuente el bello Narciso, mientras se contemplaba en ella; uno explicaba cómo Plutón raptó a Orfeo su bella esposa; otro contaba la del filisteo Goliat, que murió a causa de las tres piedras que le lanzó David; uno explicaba cómo Sansón dormía cuando Dalila le cortó la cabellera; otro explicaba la de Macabeo, que combatió por Dios; otro contaba la de Julio César, que cruzó la mar en solitario sin encomendarse a Dios, y no penséis que tuviese miedo.
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