Fray Bernardino de Sahagún da testimonio de una fiesta que los vecinos de Yopico hacían en honor a Coatlicue, a la cual ofrecían las primeras flores nacidas en el año antes de disfrutar su aroma. Al lado de esta delicada ofrenda tenían también la costumbre de esconder en alguna cueva la piel de los que habían sido desollados en la fiesta pasada.