Relajarse es volver a encontrar una unidad de existencia, armonizando de nuevo todas las funciones en una sola dirección, siguiendo el mismo ritmo. Es tomar conciencia del mínimo gesto, vivir plenamente la menor de nuestras expresiones, tanto físicas como mentales, y dejar que cada uno de nuestros impulsos tenga tiempo de materializarse, de afirmarse, de existir.