Pablo no fue un discípulo “instantáneo”. Él mismo lo dice: ¡“no consulté en seguida”! Pablo supo esperar los tiempos de Dios. La Biblia no nos dice exactamente lo que él vivió durante esos tres años. Lo que sí sabemos es que Dios usó ese tiempo para limpiar su tierra, guardar su corazón y crear nuevas raíces en él. Ese tiempo de quietud, a solas con Dios, fue lo que le dio el rumbo al ministerio de este gran hombre de Dios. Durante ese tiempo Pablo no estuvo en el spotlight del cristianismo. Por el contrario, esos tres años fueron solo él y Dios, removiendo las piedras que había acumulado por años y quitando las raíces de su propia construcción.